El racismo entraña la generación de sentimientos de odio hacia lo desconocido y/o diferente, y nunca ha dejado de ser una herramienta de división usada por el capitalismo para fraccionar a la clase obrera a nivel mundial. Este tipo de discursos brotan de un sector específico de la sociedad que, de forma completamente intencionada, pretende extender el discurso de odio y discriminación hacia personas de otros países, culturas,.... Pero estos alegatos no solo se consolidan en las calles, ya que a nivel institucional también existen elementos que potencian las diferencias de carácter racista.
El racismo, de la misma forma que el fascismo, es una herramienta de la clase dominante que no duda en emplear para lograr preservar sus privilegios y libertades mediante la división del pueblo. Potenciando el odio hacia lo diferente, pretenden que gran parte de la clase obrera sienta como enemigas a todas las personas migrantes acusándolas de destruir un bienestar que jamás existió para la masa trabajadora. De esta forma, obvian que el capitalismo no satisfará jamás las necesidades del pueblo debido a que no es un sistema creado para este fin, sino para enriquecer a la burguesía a base de la explotación obrera. El desempleo, la falta de alimentos, los desahucios, la corrupción,... son consecuencias intrínsecas del capitalismo más voraz, que no duda en primar el beneficio económico frente a los derechos humanos más básicos y elementales.
El discurso racista no duda en engañar al pueblo promoviendo la criminalización del conjunto de las personas migrantes. De esta forma pretenden deformar la realidad argumentando, entre otras, que la mayoría de los delitos cometidos en el Estado español son protagonizados por migrantes, cuando el 74,2% de las personas condenadas en 2012 tenían ciudadanía española. Incluso olvidan de manera interesada que una inmensa mayoría de las personas migrantes que llegan al sur de Europa lo hacen para escapar de conflictos creados por organizaciones capitalistas criminales como la propia UE, la OTAN o USA.
A esto debemos añadirle las condiciones infrahumanas que soportan estas personas para llegar a Occidente, y las crueles situaciones a las que se ven sometidos a su llegada con la ilegalización, las agresiones, la explotación sexual, las deportaciones ilegales, los abusos laborales, la continua violación de los derechos humanos en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs), y en algunas ocasiones, el asesinato a manos de los cuerpos de represión de los países receptores. Este mismo discurso racista es usado continuamente por los movimientos neonazis y/o fascistas del Estado español como puente para con el resto de la sociedad. De esta forma, llegan incluso a justificar el asesinato de personas migrantes alegando motivos denigrantes que solo pretenden deshumanizar a las víctimas.
Desde la Coordinadora Antifascista de Madrid no dudamos en reiterar que el deber del movimiento antifascista es combatir firmemente el racismo en todas sus formas. De igual forma, es nuestra obligación no tolerar su avance en ningún lugar y desenmarcararlo allí donde esté presente. La clase obrera no entiende de fronteras, sino de solidaridad internacionalista.
¡Frente al racismo, ni un paso atrás!
¡Ninguna persona es ilegal!
Coordinadora Antifascista de Madrid